Oí hablar del catalejo varias veces pero nunca lo pude ver, aunque sí me lo mostraron dibujado.
Pero... aquel diminuto pájaro sí.
De aquel pequeño cantor os contaré más adelante, pero ahora, sabed de dónde procedía el mágico instrumento:
EL CATALEJO DE HUACA.
Se dice que en toda la mar sólo hay un catalejo capaz de
mostrarte el futuro. Este, al ser un aparato encantado, funciona
únicamente en manos de un corazón puro, por lo que nadie está
seguro nunca de si lo que le muestra es el presente o el futuro.
Huaca, cuando era joven, usaba el catalejo, regalo de su padre,
para ver cómo su progenitor volvía de lo que él pensaba que eran
largas temporadas de pesca.
Era realmente precioso, con el exterior dorado y en él labradas
batallas que Huaca pensaba que eran de tiempos remotos.
Pero todo cambió. Una mañana Huaca fue al puerto, como todos los
días, por si su padre volvía; miró por el catalejo y se quedó
asombrado de la escena: al fondo, un grupo de piratas traían el
cadáver mutilado de su padre. Esta vez se habían olvidado de bajar
la bandera negra que ondeaba en lo alto de la embarcación, por lo
que Huaca descubrió la verdad.
Su padre era un pirata, no un pescador, y su catalejo no estaba
labrado con batallas de un tiempo lejano, sino con las conquistas de
su padre antes de que él naciera.
Entonces las lágrimas del joven brotaron de sus ojos, empañando
el catalejo, mientras juraba a los dioses que nunca más sería
engañado, que se anticiparía al futuro viéndolo antes; así, el
mecanismo quedó embrujado al derramarse sobre él lágrimas de un
inocente.
El artefacto corrió distinta suerte que su dueño, pues Huaca se
echó a la mar con la esperanza de vengar la muerte de su padre,
pero, al ver por su aparato que quien lo mató fue el hijo huérfano
de una víctima de los piratas, decidió quitarse la vida, mientras
su mágico catalejo fue engullido por una gran ballena blanca.
El mamífero expulsó en sus excrementos el ansiado tesoro que
muchos buscaron durante toda su vida y que, tarde o temprano, tendría
que encontrarse...
Texto de Roberto Ramos Rodríguez
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